viernes, 19 de noviembre de 2010

Los jóvenes preguntan... ¿Tienen algo de malo las relaciones sexuales prematrimoniales?

“A veces me pregunto si mantener relaciones antes de casarse es de verdad algo tan malo, sobre todo cuando me siento raro por ser virgen aún.”—Jordon.*
“Siento la presión de experimentar qué es el sexo —afirma Kelly—. Creo que todos tenemos esa misma inclinación natural. Dondequiera que vas, todo tiene que ver con la sexualidad.”


  ¿TE IDENTIFICAS con los sentimientos de Jordon y Kelly? Después de todo, apenas queda rastro de las costumbres y valores tradicionales que desaprobaban las relaciones sexuales prematrimoniales (Hebreos 13:4). Una encuesta realizada en un país asiático reveló que la mayoría de los varones entre 15 y 24 años de edad opinaban que este tipo de relaciones no solo eran aceptables sino que se esperaba que las mantuvieran. No es de extrañar que, antes de cumplir los 19 años, la mayoría de los jóvenes de todo el mundo hayan tenido ya ese tipo de experiencia.
Por otra parte, hay quienes se abstienen del coito pero practican las denominadas alternativas al sexo, como las caricias mutuas de los órganos sexuales (algo que también se conoce como masturbación mutua). Un inquietante informe del periódico The New York Times revela que “el sexo oral se ha convertido en un tipo de iniciación frecuente a la actividad sexual, pues muchos jóvenes lo consideran menos íntimo y arriesgado que el acto sexual en sí. [...] Además lo ven como un medio de evitar embarazos y conservar la virginidad”.
¿Cómo debería un cristiano ver las relaciones prematrimoniales? ¿Y las supuestas alternativas al coito? ¿Las considera Dios aceptables? ¿Son seguras? ¿De veras conservan la virginidad?
Si un joven participara en cualquier tipo de fornicación, ¿se le podría considerar virgen a los ojos de Dios?

El significado de fornicación

Solo nuestro Creador, Jehová Dios, puede dar una respuesta digna de confianza a tales preguntas. Él nos dice en su Palabra: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). ¿Qué significa exactamente ese mandato? La expresión griega que se traduce “fornicación” no se refiere únicamente al coito, sino a diversos actos lascivos. Por ello, si dos personas solteras practican el sexo oral o se acarician mutuamente los genitales, son culpables de fornicación.
¿Se les seguiría considerando vírgenes a la vista de Dios? En las Escrituras, la palabra virgen es símbolo de pureza moral (2 Corintios 11:2-6), pero también se emplea en sentido físico. La Biblia nos habla de una joven llamada Rebeca que era “virgen, y ningún hombre había tenido coito con ella” (Génesis 24:16). Curiosamente, en el hebreo original, el término para “coito” se refería a otras prácticas además del acto sexual normal entre hombre y mujer (Génesis 19:5). Por lo tanto, según las Escrituras, si un joven o una muchacha participaba en cualquier tipo de fornicación, ya no se le consideraba virgen.
La Palabra de Dios exhorta a los cristianos a huir no solo de la fornicación, sino de toda clase de conducta inmunda que pudiera llevar a ella (Colosenses 3:5).# Es posible que otros te ridiculicen por tomar dicha postura. Kelly, una joven cristiana, recuerda: “En la escuela secundaria, a todas horas oía lo mismo: ‘¡No sabes lo que te estás perdiendo!’”. Sin embargo, mantener relaciones sin estar casado no es otra cosa que “disfrutar temporalmente del pecado”, y puede ocasionar daños permanentes en sentido físico, emocional y espiritual (Hebreos 11:25).

Riesgos graves

La Biblia nos cuenta que el rey Salomón observó cómo fue seducido un joven soltero, al que comparó a un “toro que viene aun al degüello”. La res que va a ser sacrificada no parece tener idea de lo que le espera. Los jóvenes que tienen relaciones prematrimoniales suelen comportarse de forma similar: parece que desconocieran las graves consecuencias de sus actos. Salomón dijo que aquel joven “no ha sabido que en ello está envuelta su misma alma” (Proverbios 7:22, 23). Así es, está en juego tu “alma”, es decir, tu vida.
Por ejemplo, cada año millones de jóvenes contraen alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS). Lydia confiesa: “Cuando me enteré de que tenía herpes, quise salir corriendo”. Ella se lamenta: “Es una enfermedad dolorosa e incurable”. Más de la mitad de los nuevos contagios del VIH por todo el mundo (6.000 al día) se producen entre personas de 15 a 24 años.
Médico diciéndole a un joven que tiene una enfermedad de transmisión sexual Quienes mantienen relaciones sin estar casados se arriesgan a contraer una enfermedad de transmisión sexual
Las mujeres son especialmente vulnerables a un sinnúmero de problemas relacionados con el sexo prematrimonial. De hecho, la amenaza de las ETS (incluido el VIH) es superior entre la población femenina. Si una joven se queda embarazada, ella y el feto corren riesgos adicionales. ¿Por qué? Es probable que el cuerpo de la joven no se haya desarrollado hasta el punto de que el parto sea seguro.
Incluso en el caso de que la madre adolescente no sufra problemas graves de salud, debe encararse a las serias responsabilidades que conlleva la maternidad. Muchas chicas descubren que mantenerse a sí mismas y al recién nacido resulta mucho más complicado de lo que pensaban.
Por otro lado, hay que tener en cuenta las repercusiones espirituales y emocionales. El pecado sexual del rey David puso en peligro su amistad con Dios y estuvo a punto de llevarlo a la ruina espiritual (Salmo 51). Y aunque él se recuperó espiritualmente, pagó las consecuencias de aquel pecado durante el resto de su vida.
Hoy día, los jóvenes se ven expuestos a los mismos sufrimientos. Por ejemplo, Cherie solo tenía 17 años cuando mantuvo relaciones íntimas con un muchacho, pues pensaba que él la amaba. Años después, todavía se arrepiente: “Di por sentadas las verdades bíblicas y sufrí las consecuencias. Perdí el favor de Jehová, y eso fue devastador”. Una joven llamada Trish admite algo parecido: “Mantener relaciones sin estar casada fue el mayor error de mi vida. Haría lo que fuera por recuperar mi virginidad”. Lo cierto es que las heridas emocionales pueden seguir causando estrés y angustia durante años.
Las relaciones sexuales prematrimoniales pueden dañar la conciencia del joven que teme a Dios

Aprende a controlarte

Una muchacha de nombre Shanda plantea una pregunta importante: “¿Por qué dotó Dios a los jóvenes de impulsos sexuales, si no debían satisfacerlos hasta que se casaran?”. Es cierto que los deseos sexuales pueden resultar particularmente fuertes durante “la flor de la juventud” (1 Corintios 7:36). De hecho, los adolescentes a veces experimentan excitación sexual repentina sin ninguna razón aparente. Pero eso no es algo malo, sino parte normal del desarrollo del aparato reproductor.%
También es verdad que Jehová diseñó las relaciones sexuales para que fueran placenteras, lo cual estaba relacionado con su propósito original de que los humanos poblaran la Tierra (Génesis 1:28). No obstante, Dios nunca quiso que usáramos mal nuestras facultades reproductoras. La Biblia dice: “Que cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra” (1 Tesalonicenses 4:4). Tratar de satisfacer todo deseo sexual que sintamos sería, en cierto sentido, tan insensato como golpear a alguien cada vez que nos enfadamos.
Las relaciones sexuales son una dádiva de Dios que solo debe disfrutarse a su debido tiempo, es decir, cuando uno se casa. ¿Cómo se siente Dios si tratamos de satisfacer los deseos sexuales fuera del matrimonio? Bueno, imagina que has comprado un regalo para un amigo y, antes de que puedas dárselo, te lo roba. ¿No te enojarías? Entonces comprenderás los sentimientos de Dios cuando una persona mantiene relaciones sexuales prematrimoniales, abusando de Su regalo.
¿Qué deberías hacer respecto a tus impulsos sexuales? Dicho sencillamente, aprender a controlarlos. No olvides que “Jehová mismo no retendrá nada que sea bueno de los que andan exentos de falta” (Salmo 84:11). Un chico llamado Gordon dice: “Cuando empiezo a pensar que tener relaciones prematrimoniales no sería tan malo, reflexiono en el posible daño espiritual, y me doy cuenta de que, cualquiera que sea el pecado, no merece la pena si implica perder mi relación con Jehová”. Quizás no se te haga fácil controlarte, pero como nos recuerda el joven Adrian: “El resultado es una conciencia limpia y una buena relación con Jehová. Uno queda libre para concentrarse en las cosas más importantes, sin sentir culpa ni remordimiento por acciones pasadas” (Salmo 16:11).
Hay muy buenas razones para que te “abstenga[s] de la fornicación” en todas sus variantes (1 Tesalonicenses 4:3). Pero hay que admitir que no siempre resulta fácil. En un próximo artículo se analizarán consejos útiles para ‘conservarte casto’ (1 Timoteo 5:22).

*  Se han cambiado algunos nombres.
#  Encontrarás un análisis detallado sobre la fornicación, la inmundicia y la conducta relajada en el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué es ‘ir demasiado lejos’?”, publicado en ¡Despertad! del 22 de octubre de 1993.
%  Consulta “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué le ocurre esto a mi cuerpo?”, en ¡Despertad! del 8 de febrero de 1990


SALUDOS A TODOS HERMANOS Y ESPERO LES SIRVA DE MUCHO ESTE CONSEJO! 

lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Cómo distinguir lo Bueno de lo Malo?

Josué es dueño de una agencia inmobiliaria y está ayudando a una señora a organizar y vender los artículos del hogar de su difunta hermana. Al dar un vistazo a la chimenea, encuentra dos cajas viejas. Cuando abre una de ellas, no puede creer lo que ve: rollos de billetes de 100 dólares envueltos en papel de aluminio: ¡un total de 82.000 dólares en efectivo! Josué está a solas en la habitación. ¿Qué debe hacer? ¿Llevarse la caja a escondidas, o decirle a su clienta que ha encontrado el dinero?
EL DILEMA de Josué destaca una de las características que distinguen al ser humano de los animales irracionales. The World Book Encyclopedia comenta: “Un rasgo singular del ser humano es plantearse preguntas respecto a lo que debe o no debe hacer”. Cuando en un parque un perro hambriento encuentra carne sobre una mesa, difícilmente se cuestiona si debe comérsela. Josué, sin embargo, tiene la capacidad de evaluar si su decisión es ética o no. Aunque supondría un robo quedarse con el dinero, es improbable que lo descubran. Es cierto que no le pertenece a él, pero su clienta no tiene la menor idea de su existencia. Además, la mayoría de los vecinos de Josué pensarían que estaría loco si se lo entregara.
¿Qué haría usted en esa situación? Su respuesta dependerá del código de ética que haya optado por seguir en la vida.

¿Qué es la ética?

La ética se ha definido como la “disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral” (Diccionario de uso del español de América y España). El escritor Eric J. Easton dice: “Las palabras ‘ético’ y ‘moral’ tienen en su raíz el mismo significado. La primera procede del griego (ethikós) y la segunda del latín (moralis), y se refieren en ambos casos a la autoridad de la costumbre y la tradición”.
Desde hace mucho, por lo general ha sido la religión la que ha determinado las normas éticas que la gente debe seguir. La Palabra de Dios, la Biblia, ha sido una fuerza impulsora en muchas sociedades. Sin embargo, un número creciente de personas han rechazado las diversas normas religiosas por considerarlas poco prácticas y han descartado el código moral de la Biblia pensando que está anticuado. ¿Qué ha ocupado ese vacío? El libro Ethics in Business Life (La ética en los negocios) afirma que “el criterio seglar ha [...] prevalecido sobre la autoridad que antes ostentaba la religión”. En vez de acudir a fuentes religiosas, muchos buscan la guía de expertos en estudios éticos. El especialista en bioética Paul McNeill comenta: “Creo que los éticos son los sacerdotes seglares. [...] La gente ahora expresa en términos de ética lo que antes hubiera expresado en términos de religión”.
Cuando usted tiene que tomar decisiones difíciles, ¿cómo determina si algo es bueno o malo? ¿Sigue sus propias normas éticas, o las de Dios?
¿QUIÉN tiene la potestad para fijar las normas de lo que es bueno y lo que es malo? Esta pregunta se planteó en el mismo principio de la historia humana. Según el libro bíblico de Génesis, Dios designó un árbol que crecía en medio del jardín de Edén como “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” (Génesis 2:9), y mandó a la primera pareja humana que no comiera de su fruto. Sin embargo, el enemigo de Dios, Satanás el Diablo, dijo que si comían del árbol, “tendr[ían] que abrírseles los ojos y tendr[ían] que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo” (Génesis 2:16, 17; 3:1, 5; Revelación [Apocalipsis] 12:9).
La serpiente y Adán y Eva Adán y Eva debían tomar una decisión: ¿aceptarían las normas de Dios sobre el bien y el mal, o seguirían sus propias normas? (Génesis 3:6.) Optaron por desobedecer a Dios y comer el fruto del árbol. ¿Qué implicó este simple acto? Al no respetar los límites que Dios les había establecido, demostraron que creían que a ellos y a sus descendientes les iría mejor si fijaban sus propias normas sobre lo que es bueno y lo que es malo. ¿Cuánto éxito ha tenido la humanidad en sus intentos por ejercer esta facultad divina?

Diferentes opiniones

Tras repasar las enseñanzas de pensadores eminentes que han vivido a lo largo de los siglos, la Encyclopædia Britannica dice que desde la época del filósofo griego Sócrates hasta el siglo XX ha habido “muchos debates sobre la definición exacta de lo que es el bien y la norma sobre lo que debe ser bueno o malo”.
Por ejemplo, los sofistas, destacado grupo de maestros griegos del siglo V a.E.C., enseñaban que las normas sobre lo bueno y lo malo se determinan en virtud de la opinión popular. Uno de ellos dijo: “Lo que a cada ciudad le parece justo y recto, lo es, en efecto, para ella, en tanto lo juzgue así”. Según esta norma, Josué —mencionado en el artículo anterior— debería quedarse con el dinero, ya que eso es lo que probablemente haría la mayoría de las personas de su comunidad, o “ciudad”.
Immanuel Kant, renombrado filósofo del siglo XVIII, expresó una opinión diferente. La revista Issues in Ethics comenta: “Immanuel Kant, entre otros, [...] se concentró en el derecho de cada persona a decidir lo que debe hacer”. Según esta postura filosófica, Josué podría hacer lo que le pareciera, con tal de que no vulnerara los derechos ajenos. No debería permitir que la opinión de la mayoría determinara sus normas.
A lo largo de los siglos, los pensadores han debatido sobre la cuestión de lo bueno y lo malo
Sócrates, Kant y Confucio
¿Qué decidió hacer Josué? Escogió una tercera opción. Aplicó la enseñanza de Jesucristo, cuyas normas morales han merecido el elogio de cristianos y no cristianos. Jesús enseñó: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). Para sorpresa de su clienta, él le entregó los 82.000 dólares. Cuando le preguntaron por qué no se había quedado con el dinero, Josué respondió que era testigo de Jehová, y añadió: “No era mío”. Él tomó en serio las palabras de Jesús que se hallan en la Biblia, concretamente en Mateo 19:18: “No debes hurtar”.

¿Es la opinión popular una guía confiable?

Algunas personas tal vez digan que Josué cometió una insensatez por ser tan honrado. Pero la opinión popular no es una guía confiable. Por ejemplo, en el pasado hubo sociedades que mayoritariamente aceptaban los sacrificios de niños. ¿Quiere decir eso que estaba bien hacerlos? (2 Reyes 16:3.) También hubo otras que consideraban normal el canibalismo. ¿Quiere decir eso que era lícito comer carne humana? La popularidad de cierta práctica no la justifica. Mucho tiempo atrás, la Biblia advirtió sobre esta trampa al decir: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos” (Éxodo 23:2).
Jesucristo señaló otra razón para ser cautelosos en cuanto a adoptar la opinión popular como una guía de lo que es bueno y lo que es malo: reveló que Satanás es “el gobernante del mundo” (Juan 14:30; Lucas 4:6). Satanás utiliza tal posición para extraviar a “toda la tierra habitada” (Revelación 12:9). Por consiguiente, si usted distinguiera el bien del mal basándose únicamente en lo que goza de la aceptación popular, podría estar adoptando el punto de vista del Diablo sobre la moralidad, y eso ciertamente sería desastroso.

¿Puede usted confiar en su propia opinión?

Entonces, ¿debería cada persona decidir por su cuenta lo que es bueno y lo que es malo? La Biblia aconseja: “No te apoyes en tu propio entendimiento” (Proverbios 3:5). ¿Por qué no? Porque todos los seres humanos hemos heredado un defecto fundamental que puede distorsionar nuestro juicio. Cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios, adoptaron las normas de Satanás, un traidor egoísta, y lo eligieron a él para que fuera su padre espiritual. Más tarde pasaron a su prole una característica familiar: un corazón traicionero con la facultad de reconocer lo bueno, pero con la tendencia a hacer lo malo (Génesis 6:5; Romanos 5:12; 7:21-24).
La Encyclopædia Britannica señala en su apartado sobre la ética: “No parece extraño que las personas conozcan sus deberes morales, pero que de todas formas hagan lo que más les convenga. Proporcionarles razones para hacer el bien ha sido uno de los mayores problemas de la ética de Occidente”. Como bien dice la Biblia: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jeremías 17:9). ¿Confiaría usted en alguien que tiene fama de actuar de manera traicionera, irreflexiva y desesperada?
Es cierto que aun los que no creen en Dios pueden comportarse con rectitud moral y adoptar un código de ética práctico y honorable. No obstante, a menudo los nobles principios de dicho código no son más que un reflejo de las normas morales de la Biblia. Aunque tales personas nieguen la existencia de Dios, sus ideas demuestran que tienen la capacidad inherente de reflejar las cualidades divinas. Este hecho es prueba de que, tal como revela la Biblia, la humanidad fue creada “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27; Hechos 17:26-28). El apóstol Pablo dice: “Son los mismísimos que demuestran que la sustancia de la ley está escrita en sus corazones” (Romanos 2:15).
 
   
La opinión popular puede estar influida por fuerzas invisibles
 
   
Claro está, una cosa es saber lo que es bueno, y otra muy distinta tener la fortaleza moral para hacerlo. ¿Cómo adquirimos esa fuerza moral necesaria? Dado que nuestros actos son motivados por el corazón, cultivar amor por el Autor de la Biblia, Jehová Dios, nos ayudará a conseguirla (Salmo 25:4, 5).

Cómo adquirir la fuerza para hacer el bien

El primer paso para aprender a amar a Dios es reconocer lo razonables y prácticos que son sus mandamientos. “Esto es lo que el amor de Dios significa —señala el apóstol Juan—: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos.” (1 Juan 5:3.) Por ejemplo, la Biblia contiene consejos que ayudan a los jóvenes a discernir si está bien ingerir bebidas alcohólicas, tomar drogas o tener relaciones sexuales prematrimoniales. La Biblia ayuda a los matrimonios a resolver sus diferencias y suministra a los padres pautas para criar a sus hijos.* Cuando se aplican, las normas morales de la Biblia benefician a jóvenes y adultos, prescindiendo de sus antecedentes sociales, educativos o culturales.
Tal como el alimento nutritivo nos da las energías para trabajar, la lectura de la Biblia nos da fuerzas para vivir en conformidad con las normas divinas. Jesús asemejó los dichos de Dios al pan que sustenta la vida (Mateo 4:4). También dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Juan 4:34). En realidad, alimentarse de la Palabra de Dios lo preparó para resistir las tentaciones y tomar decisiones sabias (Lucas 4:1-13).
Puede que al principio a usted se le haga difícil alimentarse de la Palabra de Dios y adoptar sus normas. Pero recuerde que cuando era pequeño, tal vez no le agradaba el sabor de ciertos alimentos que le beneficiaban. Para crecer fuerte y saludable, tuvo que aprender a disfrutarlos. De igual manera, quizás le tome tiempo cultivar el gusto por las normas de Dios. Pero si persiste, llegará a amarlas y adquirirá fortaleza espiritual (Salmo 34:8; 2 Timoteo 3:15-17). Aprenderá a confiar en Jehová y se sentirá impulsado a ‘hacer el bien’ (Salmo 37:3).
Tal vez usted nunca se vea en una situación como la de Josué; sin embargo, todos los días toma decisiones éticas, sean pequeñas o grandes. Por tal motivo, la Biblia le dirige esta exhortación: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas” (Proverbios 3:5, 6). Aprender a confiar en Jehová no solo le beneficiará ahora, sino que también le dará la oportunidad de vivir para siempre, porque la senda de la obediencia a Jehová Dios conduce a la vida (Mateo 7:13, 14).

*  Hallará consejos bíblicos útiles sobre estos y otros asuntos importantes en los libros Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas y El secreto de la felicidad familiar, editados por los testigos de Jehová.
 
 
Joven estudiando la Biblia
La Biblia no solo nos ayuda a distinguir el bien del mal, sino que también nos motiva a hacer lo bueno
Matrimonio estudiando la Biblia con los testigos de Jehová