viernes, 19 de noviembre de 2010

Los jóvenes preguntan... ¿Tienen algo de malo las relaciones sexuales prematrimoniales?

“A veces me pregunto si mantener relaciones antes de casarse es de verdad algo tan malo, sobre todo cuando me siento raro por ser virgen aún.”—Jordon.*
“Siento la presión de experimentar qué es el sexo —afirma Kelly—. Creo que todos tenemos esa misma inclinación natural. Dondequiera que vas, todo tiene que ver con la sexualidad.”


  ¿TE IDENTIFICAS con los sentimientos de Jordon y Kelly? Después de todo, apenas queda rastro de las costumbres y valores tradicionales que desaprobaban las relaciones sexuales prematrimoniales (Hebreos 13:4). Una encuesta realizada en un país asiático reveló que la mayoría de los varones entre 15 y 24 años de edad opinaban que este tipo de relaciones no solo eran aceptables sino que se esperaba que las mantuvieran. No es de extrañar que, antes de cumplir los 19 años, la mayoría de los jóvenes de todo el mundo hayan tenido ya ese tipo de experiencia.
Por otra parte, hay quienes se abstienen del coito pero practican las denominadas alternativas al sexo, como las caricias mutuas de los órganos sexuales (algo que también se conoce como masturbación mutua). Un inquietante informe del periódico The New York Times revela que “el sexo oral se ha convertido en un tipo de iniciación frecuente a la actividad sexual, pues muchos jóvenes lo consideran menos íntimo y arriesgado que el acto sexual en sí. [...] Además lo ven como un medio de evitar embarazos y conservar la virginidad”.
¿Cómo debería un cristiano ver las relaciones prematrimoniales? ¿Y las supuestas alternativas al coito? ¿Las considera Dios aceptables? ¿Son seguras? ¿De veras conservan la virginidad?
Si un joven participara en cualquier tipo de fornicación, ¿se le podría considerar virgen a los ojos de Dios?

El significado de fornicación

Solo nuestro Creador, Jehová Dios, puede dar una respuesta digna de confianza a tales preguntas. Él nos dice en su Palabra: “Huyan de la fornicación” (1 Corintios 6:18). ¿Qué significa exactamente ese mandato? La expresión griega que se traduce “fornicación” no se refiere únicamente al coito, sino a diversos actos lascivos. Por ello, si dos personas solteras practican el sexo oral o se acarician mutuamente los genitales, son culpables de fornicación.
¿Se les seguiría considerando vírgenes a la vista de Dios? En las Escrituras, la palabra virgen es símbolo de pureza moral (2 Corintios 11:2-6), pero también se emplea en sentido físico. La Biblia nos habla de una joven llamada Rebeca que era “virgen, y ningún hombre había tenido coito con ella” (Génesis 24:16). Curiosamente, en el hebreo original, el término para “coito” se refería a otras prácticas además del acto sexual normal entre hombre y mujer (Génesis 19:5). Por lo tanto, según las Escrituras, si un joven o una muchacha participaba en cualquier tipo de fornicación, ya no se le consideraba virgen.
La Palabra de Dios exhorta a los cristianos a huir no solo de la fornicación, sino de toda clase de conducta inmunda que pudiera llevar a ella (Colosenses 3:5).# Es posible que otros te ridiculicen por tomar dicha postura. Kelly, una joven cristiana, recuerda: “En la escuela secundaria, a todas horas oía lo mismo: ‘¡No sabes lo que te estás perdiendo!’”. Sin embargo, mantener relaciones sin estar casado no es otra cosa que “disfrutar temporalmente del pecado”, y puede ocasionar daños permanentes en sentido físico, emocional y espiritual (Hebreos 11:25).

Riesgos graves

La Biblia nos cuenta que el rey Salomón observó cómo fue seducido un joven soltero, al que comparó a un “toro que viene aun al degüello”. La res que va a ser sacrificada no parece tener idea de lo que le espera. Los jóvenes que tienen relaciones prematrimoniales suelen comportarse de forma similar: parece que desconocieran las graves consecuencias de sus actos. Salomón dijo que aquel joven “no ha sabido que en ello está envuelta su misma alma” (Proverbios 7:22, 23). Así es, está en juego tu “alma”, es decir, tu vida.
Por ejemplo, cada año millones de jóvenes contraen alguna enfermedad de transmisión sexual (ETS). Lydia confiesa: “Cuando me enteré de que tenía herpes, quise salir corriendo”. Ella se lamenta: “Es una enfermedad dolorosa e incurable”. Más de la mitad de los nuevos contagios del VIH por todo el mundo (6.000 al día) se producen entre personas de 15 a 24 años.
Médico diciéndole a un joven que tiene una enfermedad de transmisión sexual Quienes mantienen relaciones sin estar casados se arriesgan a contraer una enfermedad de transmisión sexual
Las mujeres son especialmente vulnerables a un sinnúmero de problemas relacionados con el sexo prematrimonial. De hecho, la amenaza de las ETS (incluido el VIH) es superior entre la población femenina. Si una joven se queda embarazada, ella y el feto corren riesgos adicionales. ¿Por qué? Es probable que el cuerpo de la joven no se haya desarrollado hasta el punto de que el parto sea seguro.
Incluso en el caso de que la madre adolescente no sufra problemas graves de salud, debe encararse a las serias responsabilidades que conlleva la maternidad. Muchas chicas descubren que mantenerse a sí mismas y al recién nacido resulta mucho más complicado de lo que pensaban.
Por otro lado, hay que tener en cuenta las repercusiones espirituales y emocionales. El pecado sexual del rey David puso en peligro su amistad con Dios y estuvo a punto de llevarlo a la ruina espiritual (Salmo 51). Y aunque él se recuperó espiritualmente, pagó las consecuencias de aquel pecado durante el resto de su vida.
Hoy día, los jóvenes se ven expuestos a los mismos sufrimientos. Por ejemplo, Cherie solo tenía 17 años cuando mantuvo relaciones íntimas con un muchacho, pues pensaba que él la amaba. Años después, todavía se arrepiente: “Di por sentadas las verdades bíblicas y sufrí las consecuencias. Perdí el favor de Jehová, y eso fue devastador”. Una joven llamada Trish admite algo parecido: “Mantener relaciones sin estar casada fue el mayor error de mi vida. Haría lo que fuera por recuperar mi virginidad”. Lo cierto es que las heridas emocionales pueden seguir causando estrés y angustia durante años.
Las relaciones sexuales prematrimoniales pueden dañar la conciencia del joven que teme a Dios

Aprende a controlarte

Una muchacha de nombre Shanda plantea una pregunta importante: “¿Por qué dotó Dios a los jóvenes de impulsos sexuales, si no debían satisfacerlos hasta que se casaran?”. Es cierto que los deseos sexuales pueden resultar particularmente fuertes durante “la flor de la juventud” (1 Corintios 7:36). De hecho, los adolescentes a veces experimentan excitación sexual repentina sin ninguna razón aparente. Pero eso no es algo malo, sino parte normal del desarrollo del aparato reproductor.%
También es verdad que Jehová diseñó las relaciones sexuales para que fueran placenteras, lo cual estaba relacionado con su propósito original de que los humanos poblaran la Tierra (Génesis 1:28). No obstante, Dios nunca quiso que usáramos mal nuestras facultades reproductoras. La Biblia dice: “Que cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra” (1 Tesalonicenses 4:4). Tratar de satisfacer todo deseo sexual que sintamos sería, en cierto sentido, tan insensato como golpear a alguien cada vez que nos enfadamos.
Las relaciones sexuales son una dádiva de Dios que solo debe disfrutarse a su debido tiempo, es decir, cuando uno se casa. ¿Cómo se siente Dios si tratamos de satisfacer los deseos sexuales fuera del matrimonio? Bueno, imagina que has comprado un regalo para un amigo y, antes de que puedas dárselo, te lo roba. ¿No te enojarías? Entonces comprenderás los sentimientos de Dios cuando una persona mantiene relaciones sexuales prematrimoniales, abusando de Su regalo.
¿Qué deberías hacer respecto a tus impulsos sexuales? Dicho sencillamente, aprender a controlarlos. No olvides que “Jehová mismo no retendrá nada que sea bueno de los que andan exentos de falta” (Salmo 84:11). Un chico llamado Gordon dice: “Cuando empiezo a pensar que tener relaciones prematrimoniales no sería tan malo, reflexiono en el posible daño espiritual, y me doy cuenta de que, cualquiera que sea el pecado, no merece la pena si implica perder mi relación con Jehová”. Quizás no se te haga fácil controlarte, pero como nos recuerda el joven Adrian: “El resultado es una conciencia limpia y una buena relación con Jehová. Uno queda libre para concentrarse en las cosas más importantes, sin sentir culpa ni remordimiento por acciones pasadas” (Salmo 16:11).
Hay muy buenas razones para que te “abstenga[s] de la fornicación” en todas sus variantes (1 Tesalonicenses 4:3). Pero hay que admitir que no siempre resulta fácil. En un próximo artículo se analizarán consejos útiles para ‘conservarte casto’ (1 Timoteo 5:22).

*  Se han cambiado algunos nombres.
#  Encontrarás un análisis detallado sobre la fornicación, la inmundicia y la conducta relajada en el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué es ‘ir demasiado lejos’?”, publicado en ¡Despertad! del 22 de octubre de 1993.
%  Consulta “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué le ocurre esto a mi cuerpo?”, en ¡Despertad! del 8 de febrero de 1990


SALUDOS A TODOS HERMANOS Y ESPERO LES SIRVA DE MUCHO ESTE CONSEJO! 

lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Cómo distinguir lo Bueno de lo Malo?

Josué es dueño de una agencia inmobiliaria y está ayudando a una señora a organizar y vender los artículos del hogar de su difunta hermana. Al dar un vistazo a la chimenea, encuentra dos cajas viejas. Cuando abre una de ellas, no puede creer lo que ve: rollos de billetes de 100 dólares envueltos en papel de aluminio: ¡un total de 82.000 dólares en efectivo! Josué está a solas en la habitación. ¿Qué debe hacer? ¿Llevarse la caja a escondidas, o decirle a su clienta que ha encontrado el dinero?
EL DILEMA de Josué destaca una de las características que distinguen al ser humano de los animales irracionales. The World Book Encyclopedia comenta: “Un rasgo singular del ser humano es plantearse preguntas respecto a lo que debe o no debe hacer”. Cuando en un parque un perro hambriento encuentra carne sobre una mesa, difícilmente se cuestiona si debe comérsela. Josué, sin embargo, tiene la capacidad de evaluar si su decisión es ética o no. Aunque supondría un robo quedarse con el dinero, es improbable que lo descubran. Es cierto que no le pertenece a él, pero su clienta no tiene la menor idea de su existencia. Además, la mayoría de los vecinos de Josué pensarían que estaría loco si se lo entregara.
¿Qué haría usted en esa situación? Su respuesta dependerá del código de ética que haya optado por seguir en la vida.

¿Qué es la ética?

La ética se ha definido como la “disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral” (Diccionario de uso del español de América y España). El escritor Eric J. Easton dice: “Las palabras ‘ético’ y ‘moral’ tienen en su raíz el mismo significado. La primera procede del griego (ethikós) y la segunda del latín (moralis), y se refieren en ambos casos a la autoridad de la costumbre y la tradición”.
Desde hace mucho, por lo general ha sido la religión la que ha determinado las normas éticas que la gente debe seguir. La Palabra de Dios, la Biblia, ha sido una fuerza impulsora en muchas sociedades. Sin embargo, un número creciente de personas han rechazado las diversas normas religiosas por considerarlas poco prácticas y han descartado el código moral de la Biblia pensando que está anticuado. ¿Qué ha ocupado ese vacío? El libro Ethics in Business Life (La ética en los negocios) afirma que “el criterio seglar ha [...] prevalecido sobre la autoridad que antes ostentaba la religión”. En vez de acudir a fuentes religiosas, muchos buscan la guía de expertos en estudios éticos. El especialista en bioética Paul McNeill comenta: “Creo que los éticos son los sacerdotes seglares. [...] La gente ahora expresa en términos de ética lo que antes hubiera expresado en términos de religión”.
Cuando usted tiene que tomar decisiones difíciles, ¿cómo determina si algo es bueno o malo? ¿Sigue sus propias normas éticas, o las de Dios?
¿QUIÉN tiene la potestad para fijar las normas de lo que es bueno y lo que es malo? Esta pregunta se planteó en el mismo principio de la historia humana. Según el libro bíblico de Génesis, Dios designó un árbol que crecía en medio del jardín de Edén como “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” (Génesis 2:9), y mandó a la primera pareja humana que no comiera de su fruto. Sin embargo, el enemigo de Dios, Satanás el Diablo, dijo que si comían del árbol, “tendr[ían] que abrírseles los ojos y tendr[ían] que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo” (Génesis 2:16, 17; 3:1, 5; Revelación [Apocalipsis] 12:9).
La serpiente y Adán y Eva Adán y Eva debían tomar una decisión: ¿aceptarían las normas de Dios sobre el bien y el mal, o seguirían sus propias normas? (Génesis 3:6.) Optaron por desobedecer a Dios y comer el fruto del árbol. ¿Qué implicó este simple acto? Al no respetar los límites que Dios les había establecido, demostraron que creían que a ellos y a sus descendientes les iría mejor si fijaban sus propias normas sobre lo que es bueno y lo que es malo. ¿Cuánto éxito ha tenido la humanidad en sus intentos por ejercer esta facultad divina?

Diferentes opiniones

Tras repasar las enseñanzas de pensadores eminentes que han vivido a lo largo de los siglos, la Encyclopædia Britannica dice que desde la época del filósofo griego Sócrates hasta el siglo XX ha habido “muchos debates sobre la definición exacta de lo que es el bien y la norma sobre lo que debe ser bueno o malo”.
Por ejemplo, los sofistas, destacado grupo de maestros griegos del siglo V a.E.C., enseñaban que las normas sobre lo bueno y lo malo se determinan en virtud de la opinión popular. Uno de ellos dijo: “Lo que a cada ciudad le parece justo y recto, lo es, en efecto, para ella, en tanto lo juzgue así”. Según esta norma, Josué —mencionado en el artículo anterior— debería quedarse con el dinero, ya que eso es lo que probablemente haría la mayoría de las personas de su comunidad, o “ciudad”.
Immanuel Kant, renombrado filósofo del siglo XVIII, expresó una opinión diferente. La revista Issues in Ethics comenta: “Immanuel Kant, entre otros, [...] se concentró en el derecho de cada persona a decidir lo que debe hacer”. Según esta postura filosófica, Josué podría hacer lo que le pareciera, con tal de que no vulnerara los derechos ajenos. No debería permitir que la opinión de la mayoría determinara sus normas.
A lo largo de los siglos, los pensadores han debatido sobre la cuestión de lo bueno y lo malo
Sócrates, Kant y Confucio
¿Qué decidió hacer Josué? Escogió una tercera opción. Aplicó la enseñanza de Jesucristo, cuyas normas morales han merecido el elogio de cristianos y no cristianos. Jesús enseñó: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). Para sorpresa de su clienta, él le entregó los 82.000 dólares. Cuando le preguntaron por qué no se había quedado con el dinero, Josué respondió que era testigo de Jehová, y añadió: “No era mío”. Él tomó en serio las palabras de Jesús que se hallan en la Biblia, concretamente en Mateo 19:18: “No debes hurtar”.

¿Es la opinión popular una guía confiable?

Algunas personas tal vez digan que Josué cometió una insensatez por ser tan honrado. Pero la opinión popular no es una guía confiable. Por ejemplo, en el pasado hubo sociedades que mayoritariamente aceptaban los sacrificios de niños. ¿Quiere decir eso que estaba bien hacerlos? (2 Reyes 16:3.) También hubo otras que consideraban normal el canibalismo. ¿Quiere decir eso que era lícito comer carne humana? La popularidad de cierta práctica no la justifica. Mucho tiempo atrás, la Biblia advirtió sobre esta trampa al decir: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos” (Éxodo 23:2).
Jesucristo señaló otra razón para ser cautelosos en cuanto a adoptar la opinión popular como una guía de lo que es bueno y lo que es malo: reveló que Satanás es “el gobernante del mundo” (Juan 14:30; Lucas 4:6). Satanás utiliza tal posición para extraviar a “toda la tierra habitada” (Revelación 12:9). Por consiguiente, si usted distinguiera el bien del mal basándose únicamente en lo que goza de la aceptación popular, podría estar adoptando el punto de vista del Diablo sobre la moralidad, y eso ciertamente sería desastroso.

¿Puede usted confiar en su propia opinión?

Entonces, ¿debería cada persona decidir por su cuenta lo que es bueno y lo que es malo? La Biblia aconseja: “No te apoyes en tu propio entendimiento” (Proverbios 3:5). ¿Por qué no? Porque todos los seres humanos hemos heredado un defecto fundamental que puede distorsionar nuestro juicio. Cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios, adoptaron las normas de Satanás, un traidor egoísta, y lo eligieron a él para que fuera su padre espiritual. Más tarde pasaron a su prole una característica familiar: un corazón traicionero con la facultad de reconocer lo bueno, pero con la tendencia a hacer lo malo (Génesis 6:5; Romanos 5:12; 7:21-24).
La Encyclopædia Britannica señala en su apartado sobre la ética: “No parece extraño que las personas conozcan sus deberes morales, pero que de todas formas hagan lo que más les convenga. Proporcionarles razones para hacer el bien ha sido uno de los mayores problemas de la ética de Occidente”. Como bien dice la Biblia: “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo?” (Jeremías 17:9). ¿Confiaría usted en alguien que tiene fama de actuar de manera traicionera, irreflexiva y desesperada?
Es cierto que aun los que no creen en Dios pueden comportarse con rectitud moral y adoptar un código de ética práctico y honorable. No obstante, a menudo los nobles principios de dicho código no son más que un reflejo de las normas morales de la Biblia. Aunque tales personas nieguen la existencia de Dios, sus ideas demuestran que tienen la capacidad inherente de reflejar las cualidades divinas. Este hecho es prueba de que, tal como revela la Biblia, la humanidad fue creada “a la imagen de Dios” (Génesis 1:27; Hechos 17:26-28). El apóstol Pablo dice: “Son los mismísimos que demuestran que la sustancia de la ley está escrita en sus corazones” (Romanos 2:15).
 
   
La opinión popular puede estar influida por fuerzas invisibles
 
   
Claro está, una cosa es saber lo que es bueno, y otra muy distinta tener la fortaleza moral para hacerlo. ¿Cómo adquirimos esa fuerza moral necesaria? Dado que nuestros actos son motivados por el corazón, cultivar amor por el Autor de la Biblia, Jehová Dios, nos ayudará a conseguirla (Salmo 25:4, 5).

Cómo adquirir la fuerza para hacer el bien

El primer paso para aprender a amar a Dios es reconocer lo razonables y prácticos que son sus mandamientos. “Esto es lo que el amor de Dios significa —señala el apóstol Juan—: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos.” (1 Juan 5:3.) Por ejemplo, la Biblia contiene consejos que ayudan a los jóvenes a discernir si está bien ingerir bebidas alcohólicas, tomar drogas o tener relaciones sexuales prematrimoniales. La Biblia ayuda a los matrimonios a resolver sus diferencias y suministra a los padres pautas para criar a sus hijos.* Cuando se aplican, las normas morales de la Biblia benefician a jóvenes y adultos, prescindiendo de sus antecedentes sociales, educativos o culturales.
Tal como el alimento nutritivo nos da las energías para trabajar, la lectura de la Biblia nos da fuerzas para vivir en conformidad con las normas divinas. Jesús asemejó los dichos de Dios al pan que sustenta la vida (Mateo 4:4). También dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Juan 4:34). En realidad, alimentarse de la Palabra de Dios lo preparó para resistir las tentaciones y tomar decisiones sabias (Lucas 4:1-13).
Puede que al principio a usted se le haga difícil alimentarse de la Palabra de Dios y adoptar sus normas. Pero recuerde que cuando era pequeño, tal vez no le agradaba el sabor de ciertos alimentos que le beneficiaban. Para crecer fuerte y saludable, tuvo que aprender a disfrutarlos. De igual manera, quizás le tome tiempo cultivar el gusto por las normas de Dios. Pero si persiste, llegará a amarlas y adquirirá fortaleza espiritual (Salmo 34:8; 2 Timoteo 3:15-17). Aprenderá a confiar en Jehová y se sentirá impulsado a ‘hacer el bien’ (Salmo 37:3).
Tal vez usted nunca se vea en una situación como la de Josué; sin embargo, todos los días toma decisiones éticas, sean pequeñas o grandes. Por tal motivo, la Biblia le dirige esta exhortación: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas” (Proverbios 3:5, 6). Aprender a confiar en Jehová no solo le beneficiará ahora, sino que también le dará la oportunidad de vivir para siempre, porque la senda de la obediencia a Jehová Dios conduce a la vida (Mateo 7:13, 14).

*  Hallará consejos bíblicos útiles sobre estos y otros asuntos importantes en los libros Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas y El secreto de la felicidad familiar, editados por los testigos de Jehová.
 
 
Joven estudiando la Biblia
La Biblia no solo nos ayuda a distinguir el bien del mal, sino que también nos motiva a hacer lo bueno
Matrimonio estudiando la Biblia con los testigos de Jehová

viernes, 29 de octubre de 2010

Nuestros lectores quieren saber: ¿Son una religión protestante los Testigos de Jehová?

Los testigos de Jehová no se consideran una religión protestante. Veamos por qué.
El protestantismo es un movimiento religioso que surgió en la Europa del siglo XVI para reformar la Iglesia Católica Romana. En 1529, durante la Dieta de Espira, se empleó por primera vez el término protestante para referirse a los seguidores de Martín Lutero. Desde entonces se denomina así a todas aquellas confesiones religiosas que han abrazado los principios y objetivos de la Reforma. De acuerdo con diversas obras de consulta, las iglesias protestantes niegan la supremacía del papa y reconocen como única autoridad a la Biblia. Además, comparten otras doctrinas básicas de la Reforma, como la justificación (o salvación) mediante la fe y el sacerdocio de todos los fieles.
Los testigos de Jehová también rechazan la primacía del papado y aceptan la Biblia como su máxima autoridad en cuestiones doctrinales. Pero se diferencian de los protestantes en otros muchos aspectos. De hecho, como señala el Diccionario de religiones y creencias, se consideran “enteramente distintos”. Analicemos al menos tres diferencias.
En primer lugar, los testigos de Jehová no concuerdan con ciertas doctrinas católicas que las iglesias protestantes sí han conservado. Los Testigos afirman que creencias como la Trinidad, el infierno y la inmortalidad del alma contradicen lo que enseña la Biblia y fomentan una visión distorsionada de Dios (véanse: Seis mitos sobre el cristianismo).
En segundo lugar, el objetivo de los testigos de Jehová no es protestar por lo que afirman otras confesiones religiosas, sino enseñar la verdad bíblica. Obedecen la recomendación de la Biblia que dice: “Un siervo del Señor no debe pelear, sino que debe ser amable con todos, ser un buen maestro y tener mucha paciencia. Un siervo del Señor debe enseñar amablemente a los que están en su contra” (2 Timoteo 2:24, 25, La Palabra de Dios para Todos). Es cierto que ponen de manifiesto las diferencias entre lo que enseña la Biblia y lo que enseñan muchas iglesias, pero no lo hacen para reformar dichas religiones. Más bien, desean que las personas sinceras conozcan la verdad acerca de Dios y su Palabra, la Biblia (Colosenses 1:9, 10). Por eso evitan envolverse en discusiones inútiles (2 Timoteo 2:23).
En tercer lugar, a diferencia de los protestantes —que se han dividido en cientos de confesiones religiosas—, los testigos de Jehová se han mantenido unidos en una hermandad mundial distribuida en más de doscientos treinta países. Incluso en cuestiones de doctrina bíblica siguen el consejo del apóstol Pablo de que “todos hablen de acuerdo”. Entre ellos no hay divisiones; al contrario, están verdaderamente “unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar” (1 Corintios 1:10). Todos sus miembros se esfuerzan por demostrar “la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz” (Efesios 4:3).
Los testigos de Jehová: ¿quiénes son y qué creen?

¿Quiénes son?

Se interesan
por usted

LOS testigos de Jehová desean que los conozca mejor. Es posible que ya los haya tratado como vecinos o compañeros de trabajo, o en otro aspecto de la vida cotidiana. Tal vez los haya visto en la calle ofreciendo sus revistas a los transeúntes, o haya conversado brevemente con ellos en la puerta de su casa.
En realidad, los testigos de Jehová se interesan por usted y su bienestar. Quieren ser sus amigos y ofrecerle más información sobre sí mismos, sus creencias, su organización y su parecer sobre la gente y el mundo en el que todos vivimos. Por eso han preparado este folleto para usted.
Los testigos de Jehová son como cualquier otra persona en casi todo aspecto. Tienen los problemas comunes, sean económicos, físicos o emocionales. A veces se equivocan, pues no son perfectos ni infalibles, ni están inspirados por Dios. Sin embargo, tratan de aprender de las experiencias de la vida y estudian a conciencia la Biblia para efectuar los cambios necesarios. Se han dedicado a Dios para hacer Su voluntad, y procuran cumplir con esa dedicación. Buscan para todo la guía de la Palabra de Dios y de Su espíritu santo.

Se han dedicado a Dios
para hacer Su voluntad

Consideran fundamental que sus creencias estén basadas en la Biblia y no en simples conjeturas o credos religiosos de hombres. Concuerdan con estas palabras que escribió el apóstol Pablo por inspiración divina: “Sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso” (Romanos 3:4, Traducción del Nuevo Mundo).* Con respecto a las enseñanzas que se presentan como verdades bíblicas, están totalmente de acuerdo con lo que hicieron los bereanos cuando escucharon el mensaje que predicaba el apóstol Pablo: “Recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Los testigos de Jehová creen que toda enseñanza religiosa —la ofrezcan ellos u otras personas— debe someterse a esta prueba de concordancia con las Escrituras inspiradas por Dios. Por eso lo invitan, es más, lo instan a seguir este procedimiento en sus conversaciones con ellos.

Creen que la Biblia
es la Palabra de Dios

De lo anterior se desprende que los testigos de Jehová creen que la Biblia es la Palabra de Dios. Consideran que los 66 libros que la componen están inspirados por Dios y son exactos desde el punto de vista histórico. Para referirse a lo que comúnmente se llama el Nuevo Testamento usan la expresión Escrituras Griegas Cristianas, y al Antiguo Testamento lo denominan las Escrituras Hebreas. Confían tanto en las Escrituras Griegas como en las Hebreas y las interpretan de manera literal, salvo en los casos en los que por el contexto o las expresiones empleadas es obvio que el sentido es figurado o simbólico. Creen que muchas profecías bíblicas ya se han cumplido, algunas se están cumpliendo y otras están por cumplirse.

SU NOMBRE

¿Testigos de Jehová? En efecto, así se autodenominan. Se trata de un nombre descriptivo que indica que dan testimonio de Jehová, su divinidad y sus propósitos. Dios, Señor y Creador —al igual que presidente, rey y general— son títulos que pueden aplicarse a distintos personajes. Jehová, en cambio, es un nombre propio que designa al Dios todopoderoso y Creador del universo. Así lo muestra Salmo 83:18, que, según la versión Reina-Valera (RV) de 1909, dice: “Y conozcan que tu nombre es JEHOVÁ; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra” (véase también la versión católica Torres Amat [82:19]).

El nombre propio de Dios en hebreo antiguo

El nombre Jehová (o Yavé y variantes de esta forma, como prefieren muchas versiones católicas y algunos biblistas) aparece casi siete mil veces en el texto original de las Escrituras Hebreas. Pero hay versiones que lo reemplazan por los términos Señor y Dios. En algunas de ellas, como La Biblia de las Américas y la Nueva Versión Internacional, el lector normalmente puede determinar cuándo se utiliza Jehová en hebreo, ya que los términos sustitutivos aparecen en versalitas con la inicial en mayúscula (DIOS, SEÑOR). Sin embargo, en la mayoría de las traducciones se emplea el nombre Jehová o Yavé, o variantes de este. La Traducción del Nuevo Mundo, por ejemplo, dice en Isaías 42:8: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre”.

El nombre
en un juicio simbólico

El relato bíblico del que toman su nombre los testigos de Jehová se encuentra en el capítulo 43 de Isaías. En este capítulo se compara la escena mundial a un juicio en el que se invita a los dioses de las naciones a que presenten testigos para demostrar que han obrado con justicia, tal como alegan, o a que escuchen a los testigos que defienden el lado de Jehová y reconozcan la verdad. En ese contexto, él declara a su pueblo: “Vosotros sois mis testigos [...] y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve” (Isaías 43:10, 11, RV, 1960).
Jehová Dios tuvo testigos en la Tierra a lo largo de los milenios que antecedieron al nacimiento de Jesús. En el capítulo 11 de Hebreos encontramos una lista de algunos de estos hombres de fe, y a continuación leemos en Hebreos 12:1: “Pues, entonces, porque tenemos tan grande nube de testigos que nos cerca, quitémonos nosotros también todo peso, y el pecado que fácilmente nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”. Jesús dijo ante Poncio Pilato: “Para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad”. Las Escrituras lo llaman “el testigo fiel y verdadero” (Juan 18:37; Revelación [Apocalipsis] 3:14). Jesús aseguró a sus discípulos: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea, y en Samaria, y hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:8).
Por lo tanto, los aproximadamente seis millones de personas que hoy difunden en más de doscientos treinta países las buenas nuevas del Reino de Jehová dirigido por Jesucristo, creen que llevan con propiedad el nombre de testigos de Jehová.

Unos seis millones
de Testigos en más
de doscientos treinta países


*  Todas las citas bíblicas del folleto se han tomado de esta versión, a menos que se indique lo contrario.

jueves, 28 de octubre de 2010

Tres pasos básicos para entender la Biblia:


¿Es posible
entender la Biblia?

“En mi casa se leía la Biblia todos los domingos. Aunque sabía que provenía de Dios, no me gustaba mucho leerla, pues había muchas partes que no entendía.” (Steven, de Gran Bretaña)
“A los 17 años me puse a leerla, pero me resultó tan complicada que al final la dejé.” (Valvanera, de España)
“Como católica, entendía que debía leer las Santas Escrituras al menos una vez en la vida. Me tomó tres años hacerlo, y de todos modos no entendí nada.” (Jo-Anne, de Australia)
SIN duda alguna, la Biblia no tiene rival en la historia. No hay libro más vendido, más accesible ni más traducido en todo el mundo; ningún otro está disponible en tantos formatos distintos. Así y todo, a mucha gente le cuesta entenderla. ¿Le pasa lo mismo a usted?

¿Será que su autor no quería que la entendiéramos?

Antes de contestar esta pregunta, debemos saber quién es el autor de la Biblia. En 2 Timoteo 3:16 se dice claramente: “Toda Escritura es inspirada de Dios”. Pues bien, ¿quería él que todos comprendiéramos su Palabra? ¿O la hizo solo para unos pocos entendidos, como los teólogos y los eclesiásticos?
Los siguientes versículos aclaran esa cuestión:
“Este mandamiento que te estoy mandando hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.” (Deuteronomio 30:11.)
Biblia “Tus palabras da[n] luz, y hace[n] entender a los inexpertos.” (Salmo 119:130.)
“En aquella misma hora se llenó [Jesús] de gran gozo en el espíritu santo, y dijo: ‘Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos’.” (Lucas 10:21.)
Resulta obvio, entonces, que el autor de la Biblia sí quiere que la entendamos. No obstante, muchas personas siguen sin comprenderla a pesar de sus mejores esfuerzos. ¿Tiene remedio esa situación? ¡Por supuesto! En los siguientes artículos veremos tres pasos que pueden ayudarnos a entender la Biblia.

Pasos para entender la Biblia
1. PEDIR AYUDA A SU AUTOR

“Tiempo atrás solía leer la Biblia antes de acostarme —cuenta Ninfa, quien vive en Italia—. Sabía que era un libro inspirado por Dios y quería averiguar lo que él había dejado escrito. Así que, aunque no me gustaba la lectura, me propuse leerla entera. Empecé bien, pero cuando llegué a unos pasajes que me resultaron difíciles, me desanimé y la dejé.”
ESTE no es un caso raro: a muchas personas les ha pasado lo mismo que a Ninfa. No obstante, en el artículo anterior vimos que el autor de la Biblia, Jehová Dios, quiere que todos la entendamos. ¿Cómo podemos lograrlo? Para empezar, hay que pedirle ayuda a él.
Veamos el ejemplo de los apóstoles de Jesús. Ellos no habían ido a las escuelas rabínicas a recibir formación religiosa, por lo que algunos los consideraban “iletrados y del vulgo” (Hechos 4:13). Sin embargo, eso no les impidió comprender la Palabra de Dios. ¿Cómo lo sabemos? Porque Jesús les aseguró: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas” (Juan 14:26). Ese espíritu santo es la fuerza activa con la que Dios creó la vida y el planeta Tierra (Génesis 1:2). Es la misma fuerza que utilizó para transmitir sus ideas a los 40 hombres que escribieron la Biblia (2 Pedro 1:20, 21). Pues bien, ese es el espíritu que Dios ofrece a cualquiera que desee entender su Palabra.
Hombre orando
Y para que nos dé su espíritu santo, debemos pedírselo con fe. Es más, tal vez tengamos que hacerlo repetidas veces. “Sigan pidiendo, y se les dará”, aconsejó Jesús. Y luego añadió: “Si ustedes [...] saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!” (Lucas 11:913). Está claro, pues, que Jehová no va a negar su espíritu santo a quienes se lo pidan de corazón. ¿Y cómo nos ayudará esta fuerza activa? Primero, nos permitirá captar mejor el mensaje de la Biblia escrito hace miles de años. Y segundo, nos dará la sabiduría necesaria para poner en práctica sus valiosos consejos (Hebreos 4:12; Santiago 1:5, 6).
De modo que, cada vez que se ponga a leer la Biblia, ore a Dios para pedirle que su espíritu santo le ayude a entenderla.

2. LEERLA SIN PREJUICIOS

¿Le han hablado mal de una persona a la que usted no conocía? ¿Qué ocurrió cuando empezó a tratarla? De seguro le costó trabajo fijarse en sus virtudes debido a lo que le habían dicho. Pues algo parecido le sucede a mucha gente con la Biblia.
EL APÓSTOL Pablo conocía bien el peligro de leer las Escrituras con ideas preconcebidas. Ese fue el problema de ciertos judíos del siglo I, de quienes dijo: “Tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto” (Romanos 10:2).
Cegados por sus prejuicios, muchos no quisieron reconocer al Mesías prometido que tan claramente se describía en las Escrituras Hebreas. Aunque era evidente que Jesús de Nazaret cumplía todas esas profecías, las arraigadas ideas preconcebidas de estos judíos les impidieron captar el mensaje de la Palabra de Dios.
Mujer leyendo la Biblia
¿Qué aprendemos nosotros del error que ellos cometieron? Que es muy importante leer la Biblia con una mentalidad abierta. De lo contrario, los prejuicios podrían entorpecer nuestra comprensión de la verdad bíblica.
Cierto profesor de Estudios Religiosos de Carolina del Norte (Estados Unidos) describió la Biblia como “un libro hecho por y para seres humanos, que contiene multitud de opiniones contradictorias

3. ACEPTAR AYUDA

El explorador Edward John Eyre aceptó la ayuda de los aborígenes australianos mientras atravesaba la despoblada llanura de Nullarbor. Con ellos, aprendió a obtener agua de las dunas de arena y de los árboles de eucalipto, lo cual posteriormente le salvó la vida.
ESTE caso demuestra una gran verdad: a menudo se necesita la ayuda de alguien más experimentado para llevar a cabo una difícil tarea. Algo parecido ocurre cuando uno se propone leer la Biblia.
Ni siquiera Jesús esperaba que sus discípulos comprendieran la Palabra de Dios por sí solos. Él mismo en una ocasión “les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras” (Lucas 24:45). Es obvio que Jesús reconocía que se necesitaba ayuda para entender plenamente las enseñanzas bíblicas.

Dónde encontrar ayuda

Jesús encargó a sus discípulos que brindaran esa ayuda. Antes de ascender al cielo les dijo: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, [...] enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20). De modo que la principal tarea de los cristianos es enseñar, lo que incluye explicar a las personas cómo pueden poner en práctica los principios bíblicos en la vida diaria. Así pues, es responsabilidad de los cristianos verdaderos ayudar a la gente a entender la Biblia.
Analicemos un suceso muy interesante que ocurrió poco después de que Jesús diera esa comisión a sus discípulos. Según el relato bíblico, cierto funcionario real de Etiopía estaba leyendo las profecías de Isaías y llegó a un pasaje que no lograba comprender. Se trataba de estos versículos: “Como oveja fue llevado al degüello; y como cordero que es mudo ante el que lo trasquila, así él no abre su boca. Durante su humillación apartaron de él el juicio. ¿Quién referirá los detalles de su generación? Porque su vida se quita de la tierra” (Hechos 8:32, 33; Isaías 53:7, 8).
¿Qué hizo este funcionario? Recurrió a Felipe, un cristiano que conocía las Escrituras mejor que él. Le preguntó: “¿De quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro hombre?” (Hechos 8:34). Dado que el etíope volvía del templo de Jerusalén, sabemos que este adoraba al Dios verdadero. Por tanto, es probable que haya orado para entender ese pasaje. Además, es obvio que estaba leyendo el relato con interés y con una mentalidad receptiva. Aun así, no captaba el sentido de aquellas palabras. Pero fue humilde y le pidió ayuda a Felipe, quien no tuvo reparos en explicárselas. Al comprender el pasaje, el etíope se llenó de alegría y de inmediato quiso hacerse cristiano (Hechos 8:35-39).
Estudio Bíblico
Para entender la Biblia, hay que pedirle a Dios su espíritu santo, leerla sin prejuicios y aceptar ayuda
Hoy día, los testigos de Jehová realizan la misma labor que hicieron Felipe y otros cristianos del siglo I. De forma voluntaria enseñan lo que dice la Biblia en unos doscientos treinta y cinco países y territorios. Mediante un programa de estudio que abarca varias sesiones, analizan por temas las enseñanzas bíblicas.* (Véase el recuadro “Respuestas confiables a preguntas bíblicas”.)

“La Biblia aclaraba todas mis dudas”

Steven, Valvanera y Jo-Anne —citados en el primer artículo de esta serie— comenzaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. ¿Cuál fue el resultado? “Me sorprendía que fuera tan sencillo encontrar las respuestas a mis preguntas —cuenta Steven—. Solo tenía que comparar varios versículos y relatos bíblicos. Nunca antes había seguido ese método. Me alivió saber que, para entender la Biblia, no había que envolverse en acaloradas controversias e interminables debates.”
A Valvanera le pasó lo mismo. “Me di cuenta de que las doctrinas bíblicas eran lógicas y coherentes. Creía en la Biblia porque sus enseñanzas me parecían razonables, y no porque la Iglesia dijera que tenía que hacerlo.” Por su parte, Jo-Anne dice: “Cuando vi que la Biblia aclaraba todas mis dudas, se despertó en mí un profundo respeto por Dios. Me impresionó que hubiera dejado escrita la respuesta a cualquier pregunta que pudiéramos hacernos”.
Y usted, ¿conoce a algún testigo de Jehová? Quizás podría pedirle que le demuestre en qué consiste este método de estudio de la Biblia. En caso de que no conozca a ninguno, puede escribir a alguna de las direcciones que aparecen de esta revista para que se le visite. Recuerde que la Biblia no tiene por qué ser un libro incomprensible. Basta con seguir los tres pasos que hemos visto: pedirle a Dios su espíritu santo, leerla sin prejuicios y aceptar la ayuda de un buen maestro.

*  Para este análisis temático de las Escrituras, muchas veces se utiliza el manual ¿Qué enseña realmente la Biblia?, editado por los testigos de Jehová.

Respuestas confiables a preguntas bíblicas

En los cursos bíblicos que dirigen los testigos de Jehová se contestan las siguientes preguntas:
  • ¿Qué propósito tiene Dios para la Tierra?
  • ¿Dónde están los muertos?
  • ¿Vivimos en “los últimos días”?
  • ¿Por qué permite Dios el sufrimiento?
  • ¿Cómo se puede tener una vida familiar feliz?
y consejos que no aportan una guía infalible para la vida”. Ahora bien, si vemos la Biblia tan solo como “un libro hecho por y para seres humanos”, ¿verdad que podríamos sentirnos tentados a rechazar aquellas normas y principios que no nos gustan?
Sin embargo, en la Biblia se nos insta a que la estudiemos detenidamente, igual que hicieron en tiempos de Pablo algunos habitantes de Berea. Ellos no solo aceptaron las enseñanzas cristianas “con suma prontitud de ánimo”, sino que, según el relato, también “examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Si queremos comprender mejor la Biblia, tenemos que hacer como ellos y analizarla dejando a un lado los prejuicios y las críticas que hayamos oído. Por lo tanto, esfuércese por leerla con una mente abierta, sin prejuicios, deseoso de conocer el fascinante mensaje de su Autor.


 *esta informacion Proviene de la pagina oficial de Los Testigos De Jehová
http://watchtower.org

Jehová Los Bendiga
saludos cordiales



Los Jovenes Preguntan: ¿Como Mejor Mi Comunicacion Con Dios?

“OREN incesantemente.” (1 Tesalonicenses 5:17.) “Perseveren en la oración.” (Romanos 12:12.) “Dense a conocer sus peticiones a Dios.” (Filipenses 4:6.) Si eres cristiano, conocerás muy bien estos versículos. Quizá también sepas que la oración es el medio de comunicación más asombroso que existe. Fíjate: puedes hablar con el Todopoderoso a cualquier hora del día, y la Biblia afirma que “él nos oye” (1 Juan 5:14).*
Con todo, tal vez te pase como a Faviola, a quien se le hacía difícil orar. Una situación así podría compararse a estar ante una puerta cerrada con llave. ¿Qué harías en tal caso? Este artículo te ayudará a 1) identificar los obstáculos que te dificultan orar como si fueran una cerradura, 2) proponerte un objetivo y 3) usar la llave adecuada para “abrir la puerta” y lograr tu objetivo.
En primer lugar, identifiquemos la “cerradura”. Para ello, anota lo que te dificulta hablar con Dios.
El siguiente paso es fijarte un objetivo. Marca una de las casillas que aparecen a continuación o escribe otro objetivo en la última línea.
Orar más a menudo.
No decir siempre lo mismo.
Expresarme con más sentimiento.
Otro

Cómo abrir la puerta

La oración es como una puerta que puedes abrir cuando quieras. Sin embargo, muchos jóvenes admiten que no la abren con la regularidad o con la confianza suficientes. Si ese es tu caso, no te desanimes. Ya has identificado los obstáculos y te has propuesto un objetivo. Ahora solo necesitas una llave que abra esa puerta. Veamos ciertos obstáculos que pudieran presentarse y algunos consejos para superarlos.
La cerradura: OCUPACIONES. “A veces tengo tanto que hacer, que me olvido de orar.” (Preeti, de 20 años, Gran Bretaña)
La llave: “Vigilen cuidadosamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos” (Efesios 5:15, 16).
Consejos: Fija de antemano un momento del día para orar. Es más, ¿qué tal si escribes un recordatorio como cuando tienes una cita? “Si no me pongo una hora específica para orar, me entretengo haciendo otras cosas”, comenta Yoshiko, una japonesa de 18 años.
La cerradura: FALTA DE CONCENTRACIÓN. “Siempre me distraigo y tengo la cabeza en todas partes, menos en lo que digo.” (Pamela, de 17 años, México)
La llave: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).
Consejos: Si tu mente divaga con facilidad, procura hacer oraciones más breves. Con el tiempo mejorarás tu capacidad de concentración. También te ayudará orar sobre asuntos que de veras te interesen. Una rusa llamada Marina, que tiene 14 años, dice: “Cuando entré en la adolescencia, comprendí que orar era en realidad hablar con Jehová. Desde entonces se lo cuento todo”.
Alguien abriendo una puerta Si la puerta de la oración se ha cerrado, usa la llave de la Palabra de Dios, la Biblia

La cerradura: MONOTONÍA. “Me he dado cuenta de que siempre repito lo mismo en mis oraciones.” (Dupe, de 17 años, Benín)
La llave: “Meditaré en toda tu actividad, y en tus tratos sí me interesaré intensamente” (Salmo 77:12).
Consejos: Si crees que tus oraciones son rutinarias, escribe cada día algo que consideres una bendición en tu vida y dale gracias a Jehová. Al cabo de una semana le habrás mencionado siete nuevos asuntos. Cuéntale también tus experiencias cotidianas. Bruno, un muchacho brasileño de 18 años, dice: “En mis oraciones procuro hablarle a Jehová de lo que me ha pasado durante el día”. Asimismo, Samantha, una chica de Estados Unidos que tiene 18 años, señala: “Todos los días pasan cosas diferentes, así que trato de recordarlas e incluirlas en mis oraciones. Eso me sirve para no caer en la monotonía”.#
La cerradura: DUDAS. “Una vez tuve un problema en la escuela y pedí ayuda en oración, pero nunca se solucionó. Al contrario, me llovieron las dificultades. Por eso pensé que si de todos modos Jehová no me escuchaba, no tenía caso seguir orando.” (Minori, de 15 años, Japón)
La llave: “Junto con la tentación también [Jehová] dispondrá la salida para que puedan aguantarla” (1 Corintios 10:13).
Consejos: Sin lugar a dudas, Jehová es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2). Así que, después de orar sobre un asunto, procura ver el cuadro completo. En vez de esperar una respuesta en particular, piensa si ya la has recibido de otra manera. El hecho de que afrontes la situación como todo un cristiano demuestra que Jehová ya te ha contestado: no te ha quitado el problema, pero te ha dado fuerzas para sobrellevarlo (Filipenses 4:13).
La cerradura: VERGÜENZA. “Me abochorna tan solo pensar en lo que dirían mis compañeros si me vieran orando a la hora del almuerzo.” (Hikaru, de 17 años, Japón)
La llave: “Hay un tiempo [...] para todo” (Eclesiastés 3:1).
Consejos: Es cierto que pudiéramos dar una buena impresión a quienes nos vean orar discretamente, pero no hay porqué ofrecer un espectáculo. Por ejemplo, Nehemías, un fiel siervo de Dios, hizo una oración breve y silenciosa delante del rey Artajerjes, y al parecer el rey ni se dio cuenta (Nehemías 2:1-5). A veces, tú también podrías orar en público sin que nadie lo note (Filipenses 4:5).
La cerradura: BAJA AUTOESTIMA. “Jehová sabe muy bien cuáles son mis problemas. Y si yo ya estoy harta, supongo que él también. A veces creo que ni siquiera merezco hablarle.” (Elizabeth, de 20 años, Irlanda)
La llave: “Ech[e]n sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:7).
Consejos: Como parte de tu estudio personal, busca información sobre Lucas 12:6, 7; Juan 6:44; Hebreos 4:16; 6:10 y 2 Pedro 3:9. Estos versículos te ayudarán a ver que Jehová quiere escucharte y que no tienes que ser un santo para merecer su atención. El salmista David, quien pasó muchas angustias, declaró convencido que “Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu” (Salmo 34:18).%
El hecho de que Jehová mismo escuche tus oraciones demuestra que sí le importas. “Jehová no delega en los ángeles la tarea de oír nuestras oraciones —comenta Nicole, una italiana de 17 años—. Si escucha personalmente nuestras súplicas, es porque las considera importantes.”

*  Como el Creador no necesita ondas sonoras para escucharnos, “oye” hasta nuestros pensamientos (Salmo 19:14).
%  Si crees que Jehová no escucha tus oraciones porque cometiste un pecado grave, habla de inmediato con tus padres. También es conveniente que ‘llames a los ancianos de la congregación’, quienes podrán ayudarte a recuperar tu relación con Dios (Santiago 5:14).

LO QUE OPINAN OTROS JÓVENES

“La oración es como un diario personal que uno le muestra solo a Jehová.” (Olayinka, de Nigeria)
1. Olayinka; 2. Chinta; 3. Amber “Imagínate que tienes una amiga íntima a la que le has dado muchos regalos. Pero un día, esa amiga te deja de hablar. Así se sentiría Jehová si dejáramos de orarle.” (Chinta, de Australia)
“Siempre había pensado que no debía expresar mis sentimientos. Pero gracias a la oración me he dado cuenta de que es normal estar contenta o triste o confundida, y que puedo contarle a Jehová lo que siento. Ahora canalizo mejor mis emociones.” (Amber, de Estados Unidos)

PARA PENSAR

  • ¿Sobre qué asuntos relacionados directamente con Jehová podrías orar?
  • ¿Cómo podrías incluir a los demás en tus oraciones?
Encontrarás más artículos de la sección “Los jóvenes preguntan” en www.watchtower.org/yps

Espero Este Consejo Les Sirva De Mucho.. Saludos cordiales Jehová Los Bendiga

Bienvenidos Hermanos

Hola Hermanos Estoy Empezando A Publicar Archivos que serviran de mucho soy nuevo en esto, Pero Dicen Que La Practica Hace Al Maestro.. saludos..